25.9.07

13.9.07

Apuntes de computación

Mis más recientes investigaciones en el terreno de la antropología empírica de primer nivel de aprehensión demostraron que los computólogos son también artistas hiperactivos más que frustrados. Dibujan, cantan y bailan sin saciedad, pues sus procesos de pensamiento están acostumbrados a operar más allá del orden de máquinas sofisticadas. En un mundo donde sobran los estímulos al alcance de los sentidos, gente así no puede quedar satisfecha con facilidad.

Por otro lado, los computólogos suelen gozar de involuntarios prolongados segmentos de tiempo libre. En su ambiente de trabajo, adaptado en su propio hogar, los computólogos analizan y potencializan sus conocimientos para poder diagnosticar el estado de la parte dura y la parte intangible de una computadora.

Pero también se les agotan las posibilidades -que son directamente proporcionales al cuidado que el cliente ha tenido de su máquina. Cuando se alcanzan los límites, la solución más razonada orilla a los expertos a someter las unidades principales de almacenamiento a un auto-examen. Lo cual, dependiendo de la edad del modelo, toma tiempo suficiente como para que uno de los colegas suba por su guitarra y el otro saque su mandolina.

Las noches de computación se van entre los ensayos del próximo recital navideño, la revisión del repertorio conocido y el entretenimiento del cliente, quien eventualmente se une a los coros y comienza a solicitar temas de su agrado, encareciéndose las preocupaciones entorno a la cantidad de rayitas que ha avanzado el autoexamen de la computadora.

12.9.07

KERNEL PANIC

Una película de Alejandro Murillo. Próximamente en su cine club ingeniería.

5.9.07

Cineasta: Casos de la vida real

La fotógrafa entró al set, lo recorrió con su mirada de ponzoña, mientras los asistentes de arte se mordían los nudillos pensando lo peor. La fotógrafa observó: algo le parecía raro. Suspiró y dio un paso hacia adelante. Pero retrocedió. Miró más detenidamente. Era un objeto negro en una repisa, una antena de radio para el estéreo. Negó con la cabeza y lo movió. Los asistentes se miraron y con subtítulos se dijeron: Verga, ya comenzó a mover las cosas. Pero la fotógrfa volvió a suspirar, miró a los chicos y dijo: Está bien, a trabajar, nada se mueve a partir de ahora.

Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.