30.6.08

Era tiempo de volver

- Hola, ¿qué haces?

A las doce del día de hace como dos sábados, yo estaba enculadísimo; arrastraba la cobijotota de aquí a un pueblito de Cuba al que no podía ir. Era el mediodía de un sábado caluroso, con cielo abierto y hartas nubes formando una rondana por los 360 horizontes.

- Estoy buscando recetas de lasaña vegetariana en internet.

Había gastado casi todo mi dinero de la semana el mercado (así de cabrona está mi situeichon). Pero había vegetales exóticos, como la rumeit me había indicado: espinacas, apio, tres tipos de lechuga, pepinos, coliflor y brócoli (así de cabrones, estos son lujos para nosotros).

- Aaaaah, claro, que ibas a ir al mercado, ¿cómo te fue?

Estaba yo emocionadísimo, distraído, el enculamiento había bajado, pues planeaba yo una tarde en la que los vegetales exóticos, el horno y yo seríamos cómplices en la consecución de mi más ambiciosa aventura culinaria: una deliciosa lasaña vegetariana.

- Compré de todo, hasta frijoles.

Pero no. No se llevó a cabo. En el reloj no habían terminado de comenzar las doce y uno del día para que el horno y yo nos calentáramos. En lugar de eso, recibí una llamada:

- Aaaaaaaah...oye, es que, ¿y si mejor nos vamos a Puebla?

- Pero no tengo dinero.

- Pues de aventón.

- (¡¡!!) ¿Te cae?

- ¡Sí! Tengo ganas de hacer algo locochón.

- .........

- ¿Qué?

- ¡Te veo a una en el metro férreo!

EXTRAAAA EXTRAAAAA: PROVINCIANOS TODAVÍA CONFÍAN EN LA GENTEEEEEEEEEEE.

La tarde del pasado sábado, sobre el tramo donde la Avenida Zaragoza se convierte en la carretera México-Puebla, dos provincianos, uno norteño y una sureña, ávidos de aventura y Mole Poblano, alzaban sus pulgares con una mano mientras con la otra sostenían un pequeño letrero que anunciaba su destino.

Tras veinte minutos de fracaso, un amable chofer de transporte público se acercó para proponerles un bisne: si confiaban en él, los acercaría a un lugar más seguro pa'l aventón, cerquita de "la caseta". Con los ojos pispiretos y las ansias por probar la generosidad humana, aceptaron.

- Cuando llegamos a "la caseta", no había tal-, afirma el provinciano norteño. - Pero era la carretera abierta y no íbamos a echarnos para atrás-. -Yo comencé a contarle al norteño de aquella vez que viajé de mi sureña ciudad natal a Tuxpan. Un Mustang del año se paró junto de nosotros y nos llevó hasta donde íbamos-.

- Fue ahí que un Mustang pasó junto de nosotros. Comencé a gritar ridículamente, bromeando por la absurda coincidencia. Pronto, una fuerza sobrenatural revirtió el efecto de mis pensamientos, pues el Mustang, en efecto, se detuvo delante de nosotros para llevarnos. El problema fue que además de nosotros llevaba unos enormes muebles y un chingo de cosas que no dejaban más que el asientito del copiloto para los dos viajantes.

Pero no sólo vivir con una budista trae buen karma. También de viajar con una budista se comprende que si el bien practicas el bien vuelve a ti. Y no es necesario dejar la peda, el sexo ni echar la hueva de vez en cuando. Sólo mientras no se le dañe a nadie es suficiente. Por supuesto, no impide encabronarse con quienes nos hacen daño; pero es divertido convertir el enojo en karma positivo: te bendigo y te perdono, pero chingas a tu madre.

: D

- El mal pedo del Mustang se compensó con el buen pedo del Grand Marquis; un gordo birriero y su chofer nos preguntaban de nosotros y nos aconsejaban sobre la carretera, mientras comíamos uvas que nos convidaron y asentíamos y comentábamos sobre lo culera que puede ser la carretera.-

Los botaron en la caseta de San Martín. -Estuvo en chinga, ¿no?- -Sí-, respondió el norteño mientras pensaba lo peor: nos vamos a quedar aquí, va a ser un pedo volver, nadie nos va a recoger y tendremos que batallar para pedir aventón de vuelta. En eso pensaba cuando la mente pura de su rumeit sureña había conseguido el aventón, a bordo de una amplia camioneta negra, conducida por el amable empresario (a quien no hemos encontrado en Facebook), quien no sólo les convidó agua, jugo, barras de fruta y papitas, sino que condujo sin problemas hacia el mero centro de la capital de las 360 iglesias. -¡Y ni siquiera era su ruta!-, dijo la sureña.

Comieron Mole, pasearon un rato y hasta tomaron una cerveza con unos buenos amigos que hace tiempo no veían.

En eso, comenzó a llover. El sureño y su mente perturbada comenzaron a creer lo peor, de nuevo. Pero no. Su buen amigo los llevó de vuelta a la caseta, donde no pasaron cinco minutos antes de que la sureña pura (quien se encuentra filmando su primera producción), hubiera detenido al generoso conductor de una camionetototototOTOTOTOTOTA Lincoln, quien preguntó curioso: ¿Por qué piden aventón? Porque no tenemos dinero. ¡Pero si no se ven tan jodidos!

- Sonreí pensando: el suéter no es mío, el pantalón es regalado, igual que los tenis y la playera...

El amable conductor, mezcalero michoacano, nos convidó una botellita y nos dejó en la esquinita del metro pantitlán donde pasa el pesero hacia nuestra casa. Llegué a la cena de cumpleaños de Fernanda más que a tiempo, y no había gastado más que treinta pesitos.

En la agenda de los intrépidos provincianos, el siguiente destino deseado es Querétaro. -Está cerca, igual; y dicen que está poca madre-. Si siguen con su disciplina moral, aún con la peda y el sexo, puede que no renazcan humanos, pero sí puede que la suerte de viajero se repita.

- No, no hay fotos. Ni video -. Así de cabrones están - Pero estos somos nosotros en un día normal-.

17.6.08

No estoy muerto...

Ni de parranda, ni de nada. Na' más en chinga. Pero volveré, neta.

Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.