27.1.10

Miércoles


No me gusta estar en casa mientras la señora Connie se dedica a limpiar. Un compa (bueno, el ouei que me hospedó durante aquel primer festival de Morelia), le decía a la chava que limpiaba su depa "la alegría de este hogar", pero a mi no me gusta escuchar la ke buena durante cuatro horas.

Por eso, antes de que llegue doña Connie al depa, le dejo su dinero en la cocina, tomo un cuaderno (tomaría una lapop, pero pus...), me aseguro de llevar audífonos, algo para leer, tal vez uno o dos objetivos en los cuales trabajar, y termino en una cafetería cercana donde me echo dos chai lattes mientras invierto mi tiempo.

Y vaya que lo invierto. Si algo en estas últimas dos semanas puede ser considerado una verdadera inversión en mi vida, se trata de: Mi discreto negocio de sandwiches, entre dos compañeros de la escuela y yo, y las tardes de los miércoles.

Pensar, escribir, leer, respirar tranquilo, en un lugar silencioso (de esos que ya casi ni existen), y terminar cumpliendo con los textos con que había quedado, además de configurar la idea para una tarea y diseñar las clases que pronto comenzaré a impartir.

Así sí me gusta que oña Connie limpie los miércoles.

17.1.10

Comercial de desodorante en vivo

A tooooodos nos pasa que traemos la música por dentro y nos pasan cmerciales musicalizados y videoclips en la mera nariz.

Este me pasó el otro día, antes de encontrarme con unos compas pa ir a un toquín, sin albur. si lo contara en vivo y con unas chelas encime, me quedaría más o menos así:

Corte a: Voy pasando, ¿no? Por la calle, ¿no? Rumbo al metrobús (aunque igual y ese detalle ni importa). Entonces, traigo los audífonos, y suena Hello Goodbye. Pero no vengo cantando (cosa rara, lo sé). Hasta que llega mi parte favorita, ¿no? Esa de Hello, hello, ¿no? "I don't know why you say goodbye I say hello...hello HELLO". Pero, tantitito antes de eso, bien sincronizado y en cue, pasa el güero: Un cabrón con una espaldota y unos ojotes, vestido todo bonito con suetersito beige y pantalón de vestir negro y zapatos y toda la elegancia. Cruzando frente a mi, como si deseara olerme las axilas recién perfumadas. La oreja le queda justo en mi boca, en el momento en que me decido a cantar: Hhhheeeelloooowwwwww (cámara lenta, pues). Hello, hello, y sus ojos zules se clavan en los míos mientras decido sonreír y continuar mi camino, ante la angustiada y confundida cara del efímero prospecto.

Bailecito hawaiano rumbo al metrobús. Fade out.

Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.