Del calor a las playas a las costas a la inseguridad a los jóvenes reclutados por narcos

Por primera vez en la vida, mientras esperaba mi turno en la estética, tomé una revista vanidades con minúsculas para hacerme una idea sobre peinados de hombre (que no necesariamente masculinos), para llegar con la estilista y decirle: Esto (o sea: Eric Bana).

Que conste que sí he hojeado revistas vanidades con minúsculas con anterioridad.

La estilista, feliz. Sonrió. Pura tijera, para dar forma. No hay como la tijera, ¿verdad? Sí, porque, con máquina, el cabello crece como pasto, todo irregular.

Pero cómo está duro el calor, ¿no? Adoro cuando las estilistas que gustan de platicar platican chido. Sí. Y, además, pica la puritita luz, en la piel. El otro día, le dije a m'hija: Ay, deberíamos ponernos de acuerdo para andar todos desnudos.

O, aunque sea, que nos pongan una playa en el parque. Pero, inmediatamente, pusimos cara de qué asco, la neta. ¿No has visto cómo los chamaquitos que limpian vidrios en mixcoac se bañan en la fuente que está por ahí? Imagínate. Ah, eso sí, se llevan su cambio, no vayan a quedarse vestidos con esa ropa mojada y sucia.

Lo mejor, sería buscarse un fin de semana para ir a la playa. Uy, oiga, pero las costas ya están bien rudas. Ay, sí, ¿verdad? Y luego, son puros chamaquitos,los reclutados. No puede ser que esta ciudad esté comenzando a ser dominada por menores de edad, que ni siquiera saben el daño que están haciendo. ¿Te pongo gel? No, no.

Qué malo que, una actividad tan bonita como venir a cortarse el cabello, termine en una plática como esta. No, oye, pero es que es algo que ya nos alcanzó a todos, que vemos todos los días, y que se ha vuelto cotidiano. Y, si no lo platicamos, está peor.

Quedé igualito a la foto.