21.3.09

¿Quién ganó?

Mi mamá es re chismosa, igual que yo. No, peor. Ella trabaja en una escuela, asistiendo al departamento de contabilidad; a la hora del recreo, ella sale por su lunch; a la hora de la salida, s'echa su cigarro mientras afuera el desmadre de niños y mamás en camionetas alborota la calle.

Ultimamente, sus oídos gozan (dice), con los ensayos del coro de primaria; se preparan para el concurso regional de interpretación del Himno Nacional.

Un día, de chismosa, se acercó al salón donde suceden dichos ensayos. "Es que no escuchaba cantar a los niños, y me asusté". Lo que sucedía, era que la maestra estaba adiestrando a los alumnos en la reflexión ´histórico filosófica sobre el significado de la letra de uno de los símbolos patrios.

He ahí que mi madre descansó un rato junto a la puerta del salón y fue testigo de la siguiente escena:

- Entonces, niño...

- ¡Maestra!, grita Pepito.

- ...las campiñas con sangre se rieguen significa que el campo...

- ¡Maestraaa!

- El campo se salpicó con la sangre de los soldados que nos dieron la independencia.

- ¡¡Maestra maestra!!

- ¿Qué pasa, Pepito?

- Pero...¿quién ganó?

12.3.09

Libertad financiera

Desde que supe del tal Robert Kiyosaki ese, no me ha dejado de obsesionar. No nada más por su idea de la riqueza, y el fascinante concepto de "libertad financiera" (digo fascinante por su falibilidad tan ridícula y tan presta a la ironía), sino además por la fama tan rotunda que resultó tener entre amigos y familiares. Una fama totalmente inesperada y espontánea, que surge en las conversaciones producto meramente de la casualidad.

2009, para mis finanzas, se proyecta más convicto que otra cosa. Preso de mis deudas, todo empleo que surja en los próximos meses servirá para pagar todo lo que me ha sido prestado. Saldadas las deudas, probablemente no seré liberado por buena conducta, pues en la lista faltará por tachar el apartado de Hacienda.

Lo bueno es que hay muchos tipos de libertad. La más padre, la de la infancia. Rebasada la frontera de la conciencia, ahí cuando uno comienza a dominar el lenguaje articulado y a poseer recuerdos, se pierde todo tipo de libertad sin reglas (no nos engañemos: la libertad financiera no es libertad sino ilusión de libertad aplicada al consumo). 

Y aquí comienza el verdadero impulso de este post: la paradójica prueba de la libertad financiera.

El único altar al que le prendo veladora es al de Santa paradoja. Todas las noches, recito la oración a las cosas que son y no son, porque son otra cosa, y cada vez que me enfrento a una de sus manifestaciones cotidianas, la considero un milagro y le agradezco que siga en mi vida.

Y para paradojas, me declaro fanático de la expresión sin reglas de la libertad financiera. Qué digo financiera, de la libertad y ya: 

 
No tiene nada qué decir porque no sabe hablar porque a su edad no tiene qué hacerlo. Pero resultó muy lista. MUY, espantosamente lista. Sin saberlo pues, según los concientes, no puede saberlo. Su genialidad, se dice, es incomparable. Algunos sartenazos que le ha puesto a los conceptos de arte abstracto, arte en bruto y otras categorías (mamertas y de otras) del arte, se cotizan hasta en € 2000, que se van guardando para su educación, dicen sus papás.

No recuerdo haber hecho películas a los 2 años. Mucho menos obtener dinero por ellas. Si he vivido engañado por mi madre todo este tiempo, qué mal pedo.

Lo cierto es que, conciente o no, la niñata esta vaya que sabe de libertad financiera, creativa y genuina.

Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.