¿Qué pensarán los hombres que conozco por internet, cuando me ven en vivo y en mis carnes por vez primera?
Lo que yo pienso es: no se parece a su foto. Y entonces tengo que invertir minutos de mi valioso tiempo en quedármele viendo como topo, con los ojos entrecerrados, para encontrarle la más mínima referencia que me borre de la mente la imagen ideal que me formé de él. Pueden ser desde cinco hasta cincuenta minutos. A veces resulta que, de tan diferente, está mejor. Pero la mayoría de las veces no es así.
Cuando Joyce viajó para conocer a Harvey, llegó a la central sin la más mínima idea de cómo sería el cabrón, pues, para complejizar el asunto, la chava nomás había visto a ese ouei dibujado por un chingo de distintos artistas en la serie de comics American Splendor.
¿Cómo un galán rudo? ¿Cómo un desdichado y jorobadito perdedor? ¿Cómo un interesante e ingeioso antropólogo de la espontaneidad cotidiana? No, sólo era Harvey Pekar.
Aimée (1)
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Antes de verla recién salida de mi cuerpo, la imaginación no me había dado
para visualizar un bosquejo de su cara. A lo más que llegaba era a imaginar
un...
Hace 1 día.