26.5.08

FELICIDADEEEESSS


A TODOS LOS QUE HICIERON POSIBLE SI NOS DEJAN, POR EL PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE QUE EL FESTIVAL MIX NOS HA OTORGADO. MUCHAS GRAIAS A TODOS LOS QUE APLAUDIERON Y SE RIERON Y APLAUDIERON DESPUÉS.

19.5.08

"My first crush"

La mejor película animada que he visto en mi vida es un documental. Sí, un documental. Es más, no lo es. Sólo parcialmente, lo cuál la hace todavía más interesante. Su autora recogió testimonios sobre la primera vez que alguna gente interesante tuvo bien enamorarse para terminar con el corazón roto pero el cerebro avivado de empírica sabiduría. Para titularse de artista visual, convirtió las entrevistas en hermosas miniaturas fábulas sin moraleja pero sí harta y muy profunda sensibilidad hacia el amor y sus síncopas y bemoles. A disfrutar.

12.5.08

¡Al pasado el diez de mayo!

Mi madre, una revolucionaria madre soltera, alzó el teléfono la mañana del especial sábado pasado para proponerme una novedosa tradición para el día de las madres:

"¿Me dejas descansar?"

Me lo preguntó nomás por buena onda porque, la verdad, lo que me estaba diciendo, con ese sutil tono materno, era:

"Me dejas descansar."

Y punto. "Es un gasto innecesario, mejor nos vemos la próxima semana, tuve una semana difícil y no quiero ni levantarme de la cama."

Qué a toda madre.

11.5.08

¿Tú eres amigo de Plaqueta?

¿Y cómo es ella? Poca madre. Soy su amigo desde antes del blog. A poooooco...

Estoy un poquito harto de que toda la gente a mi alrededor se conozca entre si, por no decir que me aterra.

L'otro día, me subí al pesero, ¿no? Entonces, me encontré con Edgar, primo de Fernanda, compañera mía de la generación de la Facultad, y de Raúl Fuentes, a quien le produje su tesis del CUEC. Nos saludamos, comenzamos a platicar de su chamba y mi escuela. Que si has ido al cine, que qué has visto, que si te ha gustado, que si te recomiendo tal cosa. En eso, aparece Pau, con su cabello corto y oscuro, además de su incomparable sonrisa arreglamundos. Nos saludamos, nos preguntamos a dónde vamos. Le presento a Edgar y, por qué chingados no, resulta que iban a clases de Alemán juntos.

Fede, compañero de la carrera del primero de mis novios, iba en la prepa nueve junto con el hermano de la mencionada chikaenaprietos. En esa escuela, Abraham era conocido coo el odioso ñoñín que a todos corregía y de todo opinaba. Pues, por qué no, resulta que, hasta hace poco, en el edificio donde Israel y Fede vivían, el vecino de abajo es amigo del hermano de Pau, quien también es compañero de la carrera de mi último noviecito, el adorado Julio, a quien yo pude haber conocido en dos consecutivas ocasiones, durante las comidas de día de muertos que organiza la familia de Pau y Abraham.

Julio no nada más conoce a Abraham y yo a la hermana de éste, sino que, además, entre sus amistades está Dani Gutiérrez, gaitera escocesa, amiga de Santiago, gaitero andaluz, con quien yo trabajé en un videoclip el año pasado. Además, Dani fue compañera de Luz en la UDEC, quien prácticamente conoce a TODA la condesa.

El jueves pasado, llegué a casa triste y con los hobros caídos. Celeste me abrazó y me consoló un momento, antes de recibir la llamada de su todavía entonces novio. Enrique Gil, el como novio de Celeste, recibió la noticia de mi estado de ánimo y la causa del mismo. En chinga, se activó una redecilla electrica en su cabeza, sólo para concluir la relación entre él, Olivier y yo: Omar, el chavo de Olivier, es hermano de una compañera suya de la estación.

En el metrobús recibí una señal: no había yo terminado de sentarme, cuando vislumbré a la pequeña Claudia y me levanté a saludarla. La abracé y la felicité por su admisión a la maestría. Le conté que conocí a un aspirante a Maestro de esa misma escuela. Resultó que el nombre le sonaba conocido. Pero no. Fiu, todavía hay esperanzas de un mundo más grande.

9.5.08

Pas finis

Siempre me pareció que eras más joven. No había cosa que dijera que te dejara incúlumne, aunque tampoco sentí nunca que estuvieras enojado conmigo. Más bien te reías. Una de las mejores partes fue cuando nos burlamos de Ximena Cuevas y su premio a la mejor edición por un video de una sola toma. Y cuando vi tu película en el estudio de tu casa. Y cuando me enseñaste a usar i movie para mi video de pirotecnia. Y los discos de The white Stripes que me diste.

No alcancé a verte después de California. Habrá que esperar a la otra vida.


Tampoco alcancé a tener una foto contigo. Te voy a extrañar.

6.5.08

Nostalgia

Más de una vez, oh sí, he intentado dejar de fumar. Sin seguir un riguroso régimen al estilo "24 horas" o "los 12 pasos", sino por voluntad propia o, en otras palabras, incapacidad financiera.
Asimismo, he dejado de fumar ante enfermedades respiratorias en un rango de la gripe al asma, pasando por laringitis y sinusitis, a las cuáles me condenan mi estilo de vida, el psicoanálisis y los horóscopos.

El síndrome de abstinencia gradualmente se convierte en genuina falta de hábito, y el deseo desaparece.

Cuando se asocian la pobreza y la mala salud, firman la sociedad en la parte de atrás de las notas farmacéuticas. Entonces, mis pulmones disfrutan de una purificación a punta de ambiente libre de humo de tabaco y vapores de Vick.

Recuerdo cuando Claudia Volkswagen dejó el cigarrillo. Traía un libro de autoayuda bastante divertidón y medio novelesco, fácilmente traducible a "quitting smoking for dummies", cargado del sarcasmo que a los no religiosos nos viene como guante.

Eso fue al poco tiempo de que ella regresara de Barcelona, hace alrededor de tres años (gulp). Luego de eso, algún tiempo más para acá, desperté en el suelo de su casa tras el reven por su examen profesional, en el cual inhalé dos o tres marcas distintas de tabaco por los cuáles no había pagado ni un centavo.

A los dos días de ese reven, reventó mi garganta. Al Lunes siguiente, empeoré. El viernes que siguió, andaba fumando otra vez. Jamás me ha preocupado la carencia de cigarrillos en un reven. Gorrear facilita el desapego a las adicciones.

En la fiesta de Claudia, los cigarrillos se terminaron. Todo mundo pregonó la próxima carencia. De inmediato, una comisión encabezada por el señor MR salió a la tienda cargado de cascos y dinero. De manera muy natural, se alivianó la psicosis colectiva. Desde entonces no recuerdo hace cuánto que Claudia volvió a fumar. Sólo sé que quería cigarrillos.

5.5.08

Neurotransmisores y prejuicios

La cruz roja del encuentro la marcaron en una banca el centro comercial más cercano a ambos. Entre el arquitecto y el sensible veinteañero había la certeza del nombre, la ocupación en la vida (profesionista VS estudiante) y la ocupación inmediata (evadir responsabilidades).

Entusiasmado, el arquitecto tomó el primer paso: -ya casi es mi hora de comer-. Cómo círculos de confusión, la dopamina le hinchó las neuronas al veinteañero. Con cada nueva cita, crecía la tolerancia a las drogas del cuerpo y patentaba los síntomas de una adicción.

Paso a paso, camino al punto de encuentro, el veinteañero sentía el columpio de la balanza equilibrando el estímulo orgánico y el reflexivo: una foto dice más que mil palabras, pero todas y cada una de ellas son producto de lo que inventa nuestra mente. Vueltas le daba al barbón de lentes oscuros que habría de conocer. A sus rasgos, su cabello corto, su postura recargada en un muelle europeo, pero sobre todo al espontáneo entusiasmo con que convocó a la cita.

La dopamina comenzó a inhibirse. "En un siglo como éste, alguien que propone algo tan espontáneamente sólo puede ser alguien feo", pensaba.

No terminó de reflexionar cuando había llegado a la banca. Se sentó sobre la marca. Traía su suéter café y su pantalón azul. Lo que ahora daba vueltas dentro de su cráneo eran las múltiples, casi totales, veces en que una fotografía y una persona se perdían en la incoincidencia. Menos estatura, menos brillo en la mirada, despropórción corporal o simplificación de algún rasgo que parecía otro.

"El fenómeno contrario es infrecuente, fortuito, efímero", seguía. "Es mucho más probable que la incoincidencia física se compense con virtudes de la personalidad a que una persona luzca mejor que la imagen de sí misma."

De tanto pensar, la dopamina se había disuelto. Se quitó el suéter, pero no se fue. Deseaba tener el poder de rasurarse, cortarse el cabello, cambiarse la ropa, aparecer una revista que le distrajera; sin embargo, no deseaba tener la capacidad de, sencillamente, desaparecer.

-¿Alberto?-, le preguntó. Sentado, con las piernas cruzadas en flor de loto, levantando la cabeza, pensó qué era lo mejor. Repasó sus opciones bajo la presión de una sonrisa boba, ojos caídos y una persona lejana a la de la foto.

-No-.

Tomó su suéter, se levantó, vió cómo el arquitecto siguió buscando, pero luego lueguito le dio la espalda y se fue.

Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.