30.11.07

Popotitos


Son muy bellas las piernas de Adrien Brody. Quiero.

La nueva película de Wes Anderson comienza con otra película. Se aplica más que nunca en el rigor de la geometría y la filmación frontal o de perfil, en la desaparición y reaparición de personajes por movimiento de cámara. En la presentación de una cosa nueva en cada corte. En la nula repetición de encuadres (creo). En la exhaltación de la familia como el grupo de personas más extraño con el que uno jamás convivirá. En la asignación de un color, una manía, una identidad definida por los objetos para cada personaje. En poner a Bill Murray en un papelito de tan paradójica ternura. Y en la falsificación de los espacios filmados en estudio, refinación de uno de los recursos que requería mayor estilización.

Qué padre.

25.11.07

QUE CHINGADOS


A donde se nos fue. Tan rapido se nos fue...

22.11.07

Cuando veo a través del universo, oueeee

Lo mejor que puede pasar en un musical, por tratarse del "más no realista de todos los géneros", es que el cine haga aquello que la canción no puede. Y Julie Taymor lo logra, nada más que un inexplicable ímpetu le provoca no se sabe qué ganas de terminar echándolo todo a perder.

Coroegrafiar lo cotidiano, desde el fut o el basquet hasta a las prostis, los empleados y los indigentes, amalgamando la música no diegética de manera completamente irreal al contexto de realidad de la película. Multiplicar al locutor-cantante. Sobreimprimir, proyectar imágenes en los personajes, perforar y crear irrealidades llenas de imaginación. Cambiarle el tono a la interpretación de una rola de los Bitles. Usar máscaras, marionetas monumentales, avivar escenarios de pisos a paredes. Todo, para terminar en un ridículo teatralizado que, sin embargo, convence.

Porque la película rete bonita que es, con todo y un montón de payasadas poéticas, como el alucine de Bono interpretando al Doctor Robert, un número musical de la psicodelia que nos recuerda lo nefasto que era; la pesadilla de Salma en repetición de enfermera cargada de felicidad; el mal gusto de cambiar Revolution de prendida a trágica, y Hey Jude de profunda en sermón; peor tantito, dejarnos con las ganas de escuchar como el romance alcanzaba su cúspide entre Lucy y Jude, con la canción que era obvia, y que no quedaba mal para cerrar con broche de oropel todo el numerito de más de dos horas.

Sin embargo, con todo y todo, la volvería a ver. El cine es a veces muy así, muy d'esos.

20.11.07

VAYAN TODOS A VER "XXY" AHORA MISMOOOOO

Música no diegética que se vuelve diegética porque "cuando me pongo los audífonos parece que la gente escucha lo mismo que yo", y porque cuando me siento un monstruo apago la música que la gente no sabe que proviene de la radio y no de editorializantes efectos externos.

Malditas cineastas sudacas, entre la directora de esta maravilla y Lucrecia Martell, me van a volver loco, lleno de paradójicos corajes que me hacen feliz porque todavía hay quienes descubren maromas expresivas en el cine no subtiulado.

El conflicto implícito y desvelado en dosis de corticoide, para que primero parezca una cosa y luego otra y al final una completamente nueva.

UFF...

15.11.07

¿Cuál milagro, maestro Ayala?

Paradójico; pero, desde que entré a estudiar cine, menos tiempo tengo de ver películas. Entre las clases simultáneas de 9 a 21 horas diariamente, la preparación de los cortos y el rodaje de los mismos, apenas y para un capítulo de The office o una media hora de Days of being wild; porque si no, uno ya no pone atención y ni aprecia ni aprende ni entiende al menos tantito de la trama.

Porque yo soy de los que se duermen con mucha facilidad en el cine, además. Y varias veces, en plena madrugada, me ha despertado el reflejo del protector de pantalla del DVD.

Extrañado, el maestro Ayala exclamó un ¡milagro! cuando nos vio salir de La casa de Alicia el otro día. ¡N'hombre!, le dije anorteñado, lo que pasa es que "nos hemos estado campechaneando los horarios", por eso no nos ha visto.

El CUEC es como un karma que se nivela y desnivela constantemente. Afortunadamente, tras los rodajes de la so cold Ficción Uno, nos encontramos ante una temporada breve pero sustanciosa de tiempo libre; de tal manera que, en efecto, señoras y señores: LOS ESTUDIANTES DE CINE HEMOS PODIDO IR AL CINE.

Solos contra el mundo es una película perdida en la traducción, pero muy bonita. Una comedia romántica que se transforma en una tragedia de guerra, con un estilo de cámara rigurosamente libre de moverse y recomponerse y quedarse estática el tiempo que sea necesario, aunque de vez en vez se intercortan tomas de una manera más bien convencional, común a cualquier película. Sin embargo, muchas películas convencionales quisieran sustentar en esa libertad de la cámara un contenido tan difícil como el del amor entre dos hombres separados por sus procedencias geopolíticas.

El gran silencio ("este es el chúntaro estail..."), es una película concebida alrededor de hace trece años, porque sus protagonistas, monjes católicos de los alpes franceses, no se sentían preparados para permitir que el cine perturbara sus entregadas vidas. Transmisora de una inmensa paz, el documental verdaderamente no se mete de ninguna manera con los asuntos del monasterio. Los registra y los exhibe cronológicamente, empleando breves lapsos de película para presentar de frente y a la cara a los moradores de este ultra ascético filme.

La casa de Alicia es una telenovela brasileña bien hecha. No es melodrama, pues no hay música, y tiende al hiperrealismo pero hay ratitos de sobreactuación. Ayala dice que este tipo de películas comienzan a abundar tanto que parece que se ha creado un género nuevo. Como no siempre sé si el maestro se burla, habla en serio, o micha y micha, yo lo que le entendí es que está chido. Porque, además, no es sencillo hacer una telenovela bien: con diálogos cotidianos, villanos cuyo fin trágico queda en subtexto, conflictos dramáticos donde el sufrimiento no se vale de simplezas emocionales o rodeos circunstanciales.

Cállate y canta, es el divertido documental que exhibe la verdaderamente triste pero muy divertida historia de las Dixie Chicks, cuyo ascenso y caída y nuevo ascenso se sincronizaron con el inicio, fin y continuación de los ataques a Irak. También sin intervención alguna de los documentalistas, más que en el montaje, para mí que aquéllos supieron perfectamente aprovechar las circunstancias del escándalo de estas chavas pa seguirlas durante cinco años y sacar su película. Irreverentes, medio cínicas, inteligentonas, chistosísimas, esposas de tres de los hombres más guapos que me ha tocado ver en pantalla grande, y sorprendentemente talentosas, estas viejas le prendieron fuego y dividieron al público del género country, entre quienes apoyaban a Bush y quienes no, a pesar del error del ataque al país medioriental.

El cobrador es malísima, pésima. Absurda. Económica pero insignificante. Aburrida. Y ya.

También vi La mujer de mis pesadillas, pero en Cinemex; lo único que tiene de divertido es cuando a Ben Stiller lo reenvían a Estados Unidos pero como indocumentado. Es muy cagado. Cagadísimo. De verdad. Me estoy riendo ahora mismo.

Y me aventé What's new pussycat? de nuevo. Qué divertida es. De nuevo, me acuerdo y me carcajeo.

Más días de estos, ¿no? Prolíficos, llenos de aprendizaje. En un mes son las evaluaciones del primer corte de nuestros trabajos, deséennos suerte.

My name is Harry

¡¡¡Harry PUTER!!!

Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.