18.2.06

El evangelio según la escalera

Iba el sensible veinteañero a comprar su mandado. Caminaba por la orilla de la banqueta dando saltillos de felicidad y cantando Maniac o una de Fiona Apple, la verdad eso lo olvidé. Sus brincos abarcaban el amplio espectro de su espacio vital, pues sentía una infinita alegría por finalmente poder comprar mucha comida para toda la semana. De súbito, el entusiasmo tronó, tornando confusamente en una mezcla de temor y nerviosismo. Era ella. El perspicaz veinteañero no recordaba la última vez que la había visto, ni de qué color era ni qué tan alta había sido en aquel tiempo. Pero seguritito era. Tampoco había memoria para dar cuenta de si en aquel entonces había traído un hechizo de buena o mala suerte.

Engreída se recargaba contra la pared del videoclub, a mitad del camino entre la agencia de coches y el superama. ¿Qué es lo que quieres? No hablaba, ni volteaba a verme, es decir, al guapo veinteañero. No movía ni una de sus gruesas costillas. ¡¿Qué es lo que quieress?! Las cejas se levantaron y los músculos se tensaron. En los últimos tiempos nada tan grave venía a la mente en forma de mala suerte, pero eso era insuficiente. Había que hacer memoria. Finalmente, en un arrebato, el veinteañero cerró sus puños, arremetió contra ella y cruzó el umbral.

El olor a jitomates frescos y carne recién empacada le devolvió la sonrisa en el rostro. Pensaba en el maravilloso masacote de discada que prepararía. Pero no lo pudo evitar. Ahí estaba nuevamente, recargada y extendida, con la cabeza levantada y el sol haciéndola brillar. Esta vez los puños estaban ocupados. El ilustre veinteañero pensó en la posibilidad de romper el hechizo recién adquirido al cruzarla nuevamente, pero también pensaba serio en su viceversa. Pero no se venció. Levantó la cabeza, caminó despacio, pasó justo por debajo de la escalera, y volvió a pensar en la comida.

7 comentarios:

Sofía dijo...

Exijo que una vez vencida la escalera sea yo invitada al banquete sin igual que representa la preparación de una discada.
Discadaaaa aaaa (babas) aaaaa.

Quierooo.

Patrulla dijo...

Jajajaja, que buen inicio tuvo tu relato!! buen post, buen post!!

Bueno, la recompensa por tu desacato a las leyes de la superstición ha de haber sido deliciosa!!!!!! mmm...!!


El video del cerebrito de goma lo ví en el blog de Plaqueta,

saluditos!!

Salvador dijo...

Más vale llegar a tiempo que ser invitado. Además, donde comen dos comen tres así que no sean acá e invítenme.

Love doctor dijo...

ESTÁAAA BIEN. QUEDAN TOOODOS INVITADOS A UNA DISCADA EN MI CASA EL SIGUIENTE SÁBADO ACABÁNDOSE EL FICCO, ASÍ SIRVE QUE CELEBRAMOS UNO DE MIS ÚLTIMOS FINES DE SEMANA CON LOS CUATES (MI MAMÁ SE MUDA A HIDALGO, OTORGÁNDOME LA VOLUNTARIOSA OBLIGACIÓN DE TENER QUE VISITARLA POR EL RESTO DE MI VIDA).

Cory dijo...

Hmmm... bueno ya ni modo, aunque se ponga en evidencia mi ignorancia.
Qué es una discada?

Love doctor dijo...

De acuerdo con el diccionario culinario chihuahuense: Discada.- Del verbo atásquese con el delicioso platillo norteño que conjunta las delicias de la carne con los nutrientes de las verduras, y el toque del cerdo, sazonado con especias y chorizo. Mmmmmmm.

Anónimo dijo...

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Tengo alma, pero no soy un soldado.

La belleza está donde uno la encuentra.