Mis más recientes investigaciones en el terreno de la antropología empírica de primer nivel de aprehensión demostraron que los computólogos son también artistas hiperactivos más que frustrados. Dibujan, cantan y bailan sin saciedad, pues sus procesos de pensamiento están acostumbrados a operar más allá del orden de máquinas sofisticadas. En un mundo donde sobran los estímulos al alcance de los sentidos, gente así no puede quedar satisfecha con facilidad.
Por otro lado, los computólogos suelen gozar de involuntarios prolongados segmentos de tiempo libre. En su ambiente de trabajo, adaptado en su propio hogar, los computólogos analizan y potencializan sus conocimientos para poder diagnosticar el estado de la parte dura y la parte intangible de una computadora.
Pero también se les agotan las posibilidades -que son directamente proporcionales al cuidado que el cliente ha tenido de su máquina. Cuando se alcanzan los límites, la solución más razonada orilla a los expertos a someter las unidades principales de almacenamiento a un auto-examen. Lo cual, dependiendo de la edad del modelo, toma tiempo suficiente como para que uno de los colegas suba por su guitarra y el otro saque su mandolina.
Las noches de computación se van entre los ensayos del próximo recital navideño, la revisión del repertorio conocido y el entretenimiento del cliente, quien eventualmente se une a los coros y comienza a solicitar temas de su agrado, encareciéndose las preocupaciones entorno a la cantidad de rayitas que ha avanzado el autoexamen de la computadora.
Hay llamas que ni con el mar
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Hace 744 días me reí con mi papá por última vez.
Hace 743 días me dio el Cristo que siempre llevaba al cuello para que se lo
cuidara en lo que se lo pod...
Hace 3 semanas.
1 comentario:
orrait, nunca volveré a ver igual el mundo.
necesito aprender a bailar.
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