No hay tal escalera al cielo, la entrada es un muelle pequeñito donde te espera un güero trajeado. El muy culero te cuelga una bola de hierro del tobillo cuando te abraza de bienvenida, porque inmediatamente te avienta al agua y se ríe de tu novatada. San Pedro está más abajo, donde los ángeles cambian sus alas por aletas y todo está cubierto por paredes de alquitrán, como en el Black María.
Si me enamoro mucho, no me importará pudrirme en el infierno con mi esposo. Pero si no, acepto la oferta. Supongo que tengo algunos añitos pa revisar el perfil del candidato que ha de acompañarme.


