El andar erguido,
su noble figura,
sus labios sonrientes,
su mirada intensa,
y de su discurso,
el flujo hechicero,
su apretón de manos,
¡ay!, también de sus besos.
Mi corazón pesa,
mi calma se ha ido,
ya nunca la encuentro,
ni la encontraré.
Mi pecho suspira,
suspira por él.
Pudiera ¡ay! tocarlo,
Pudira ¡ay! tenerlo,
besarlo también
tal como deseo:
así de sus besos
querría morir.
(Margarita en el trono de hilar, Goethe y Schubert)
La Formación en Educación Especial en Puebla (Libro)
-
Autora: Gilda Luz María Salazar Juárez
Descarga en PDF
El texto que a continuación se presenta tiene como propósito realizar un
somero análisis de la cr...
Hace 2 semanas.
3 comentarios:
Enhora buena, quién juese usté.
ay....el amor!!
saludos henchidos de felicidad por su propia felicidad!
This is very interesting site... »
Publicar un comentario