¿Y cómo es ella? Poca madre. Soy su amigo desde antes del blog. A poooooco...
Estoy un poquito harto de que toda la gente a mi alrededor se conozca entre si, por no decir que me aterra.
L'otro día, me subí al pesero, ¿no? Entonces, me encontré con Edgar, primo de Fernanda, compañera mía de la generación de la Facultad, y de
Raúl Fuentes, a quien le produje su tesis del CUEC. Nos saludamos, comenzamos a platicar de su chamba y mi escuela. Que si has ido al cine, que qué has visto, que si te ha gustado, que si te recomiendo tal cosa. En eso, aparece
Pau, con su cabello corto y oscuro, además de su incomparable sonrisa arreglamundos. Nos saludamos, nos preguntamos a dónde vamos. Le presento a Edgar y, por qué chingados no, resulta que iban a clases de Alemán juntos.
Fede, compañero de la carrera del primero de mis novios, iba en la prepa nueve junto con el hermano de la mencionada chikaenaprietos. En esa escuela, Abraham era conocido coo el odioso ñoñín que a todos corregía y de todo opinaba. Pues, por qué no, resulta que, hasta hace poco, en el edificio donde Israel y Fede vivían, el vecino de abajo es amigo del hermano de Pau, quien también es compañero de la carrera de mi último noviecito, el adorado Julio, a quien yo pude haber conocido en dos consecutivas ocasiones, durante las comidas de día de muertos que organiza la familia de Pau y Abraham.
Julio no nada más conoce a Abraham y yo a la hermana de éste, sino que, además, entre sus amistades está Dani Gutiérrez, gaitera escocesa, amiga de Santiago, gaitero andaluz, con quien yo trabajé en un videoclip el año pasado. Además, Dani fue compañera de
Luz en la UDEC, quien prácticamente conoce a TODA la condesa.
El jueves pasado, llegué a casa triste y con los hobros caídos.
Celeste me abrazó y me consoló un momento, antes de recibir la llamada de su todavía entonces novio. Enrique Gil, el como novio de Celeste, recibió la noticia de mi estado de ánimo y la causa del mismo. En chinga, se activó una redecilla electrica en su cabeza, sólo para concluir la relación entre él, Olivier y yo: Omar, el chavo de Olivier, es hermano de una compañera suya de la estación.
En el metrobús recibí una señal: no había yo terminado de sentarme, cuando vislumbré a la pequeña Claudia y me levanté a saludarla. La abracé y la felicité por su admisión a la maestría. Le conté que conocí a un aspirante a Maestro de esa misma escuela. Resultó que el nombre le sonaba conocido. Pero no. Fiu, todavía hay esperanzas de un mundo más grande.